jueves, 27 de septiembre de 2007

Hay Amores Que Matan.

Las paredes parecían agobiantes, ella escuchaba un ruido intenso cuando en realidad era el silencio lo que reinaba en la habitación. La vela a punto de apagarse, daba la sensación de que no estaba sola. Había alguien esperándola afuera, sentado sobre el piso, él estaba. Pero ella se negaba a seguir aguantando tanto dolor, siguió sentada sobre su cama, afligida por la vergüenza.
Habían sido el uno para el otro, pero él la había hecho explotar. Estaba enferma de amor, tanto odio la había convertido en un ser indeseable. Mirándose al espejo no pudo reconocer a la chica que alguna vez fue y así trató de encontrar esa marca de nacimiento, pero se le ha borrado con el tiempo.Mirando hacia un costado se ve reflejada en la ventana y con las persianas cerradas, ya no se acordaba del afuera, hacía días que allí pasaba sus noches.
Trató de averiguar la hora, pero no lo consiguió: el reloj sin pila, el celular sin batería, y el control remoto sin uso por desuso.Se tiró contra el respaldo de la cama y miró hacia el techo como su última esperanza. Cerró los ojos, esperando a que todo hubiera desaparecido: ese cuarto de cuatro paredes oscuro y desordenado, sobre todo no se quería ver a ella: un ser hundido en penas.Abriendo los ojos, puedo notar que nada había cambiado, que la realidad la seguía a todas partes y no la dejaba ni por un instante. Se levantó de la cama y comenzó a caminar buscando en el suelo esa llave que la separaba de ese mundo indeseable.Se agachó buscando por debajo de la cama, pero nada encontró. Abrió el placard y en el cajón de la ropa íntima allí estaba; oxidada pero aún así no le tuvo aprensión. La sujetó con fuerza hasta dolerle la mano y entonces la soltó tan fuerte que se cayó al piso.En ese instante, escuchó que la puerta principal se cierra de un portazo, se asustó pero trató de no gritar, así, fue despacio hasta la puerta y trató de abrirla. Al destrabarla, la entreabre muy despacio, tratando de ver de que ese ser se haya ido.No había nadie y todo estaba a oscuras. Salió al pasillo con miedo y prendió rápido la luz. Se encontró ella misma mirándose al espejo y con un hombre al lado.
Éste hombre la sujetó fuerte del brazo y le dijo al oído: “nunca más trates de matarnos”.


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