jueves, 27 de septiembre de 2007

Soledad


No tenés identidad, siempre ganas el desprecio de la gente.
Y estás harto de no ser correspondido. Queres que alguien te ame tanto, que ya no se acuerde ni hasta tu nombre. Pero la realidad supera tus fantasías: vivís en un cuarto de cuatro paredes, llenas de recuerdos que no queres volver a vivir nunca más. Tus pósters de revista ya están rotos de tantas veces que intentaste escapar y tus marcos de fotos están sucios de tanta oscuridad.
No necesitas más amigos de los que tenes: tu propio ser te alcanza.
Volves a tu casa todos los días temprano después del trabajo, exhausto ya de que tu jefe no se acuerde ni que eres empleado de él. Y ahí te tiras sobre tu cama, analizando las cosas que suceden en tu vida: el problema no sos vos, son los demás. Recorres tu habitación, mirando hacia el piso lleno de papeles borradores, buscando una respuesta en tu cabeza. Pero se te nubla la mente, no podías concentrarte.
Algo raro estaba pasando.
Vas a la cocina, tomas un vaso de agua, que ni fría estaba, te sentas en la silla, y respiras profundo tratando de volver a sacar conclusiones.
Suena el teléfono.
Te da miedo atender.
Pero era ella, si, ella misma, y dudaste, ya que parecía mas grande desde la ultima vez.

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