lunes, 8 de octubre de 2007

El juego de la Verdad

Un pañuelo sobre la mesa, una hoja por escribir i miles de palabras por recordar. Tomando la vida desde otro punto de vista, con conocimientos humanos desde un principio.
Si no estuvieras en frente mío observando mi postura, tal vez no podría estar escribiendo esto. Porque formas parte de esta historia, de esa desilusión, de una pena desafiante.
Ya tus ojos lo dicen todo, todo lo que nunca me salió decir pero que siempre sentí.
Y cómo explicar que vos tenés las palabras justas sobre mis sentimientos?
Tanto tiempo nos cruzamos, tanto tiempo nos miramos, tanto tiempo nos evitamos.
Yo aposté mis cartas, intenté empezar algo, podes denominarlo de la manera que quieras: juego, amague, o lo que se te ocurra, pero no supiste cómo empezar.
Seguís regalando sonrisas a cualquiera, salvo a mí que no aprendiste a mirarme, no aprendiste ni a hablarme.
Te veo, te tengo enfrente, parado sobre una columna hablando con tu mejor amigo, como si no lo supiera.
Que situación tan normal, tan ordinaria, pero lo que yo siento no es lo habitual, yo diría que es algo extraordinario.
Nunca me pasó, nunca lo sentí.
Estos sentimientos nunca se habían asomado a mi vida, estoy totalmente sorprendida, pero esta sorpresa no me molesta, no es ningún obstáculo por superar, es más lo paso por alto haciéndome la cabeza que así sorprendentemente es la vida, ni en ella se puede confiar.
Ya nada me deja paralizada, llegué a lo máximo que podía llegar, sentir, hacer, decir.
Estoy en un estado de éxtasis, dispuesta a todo, a cualquier cosa que vengas y me propongas, siempre y cuando me mires a los ojos.
A mí las no verdades no me van más, ya sé percibir los engaños, es que esa chica de antes se suicidó. Te apuesto a que no te enteraste. Bueno, ahora lo sabes.
Entonces aprende a perdonar y saber mirar. Sacate ese paquete de papa Noel que llevas sobre tu nombre. Limpiá tus condiciones con actos y hechos, no sigas con el mismo juego, con ese juego en el cual todas caímos.
Pero todavía sos más fuerte que yo, tan solo escucharte hablar me hace perderme en mi propio mundo. Me hace delirar pensando que todavía algo mejor puede pasar. Es que creo en todo y en todos. Ya no me queda más confianza ni en mí misma de tanto que la gasté en los demás.
Pero aprendí y ahora sí que estoy dispuesta a todo.
Esta vez, la que se queda atrás no voy a ser yo.
Mentiría al decir que ya me olvidé de vos, que no te sigo pensando y que no te sigo amando.
Pero más mentirosa y vanidosa sería al decir que vos siempre te jugaste.
Aún así me seguís matando, y ahora la pregunta es: ¿por qué no matarte yo a vos ahora?

No hay comentarios: